GENERACION DEL 90 - RUIZ HUIDOBRO 4489

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viernes, 3 de junio de 2011

Venta callejera en la Ciudad

Nota de opinión de Silvana Giudici

El mes de diciembre de 2010 será recordado por la ocupación del Parque Indoamericano. La magnitud de la ocupación,  tres mil personas que ocupan y diez mil que abandonan el parque en éxodo voluntario ocho días después, despertaron atención masiva sobre la ocupación del espacio público porteño, y sobre la incapacidad del estado para dar respuesta al derecho a la vivienda protegiendo a su vez los espacios públicos de la Ciudad. En cambio curiosamente nadie repara en la ocupación persistente, masiva y caótica que produce la venta clandestina sobre otros espacios públicos de la Ciudad. Si bien son dos situaciones difícilmente comparables, es importante analizar el impacto de la venta callejera sobre la convivencia urbana y el espacio público donde ésta se desarrolla.

La venta callejera en las ciudades debe considerarse un vector productivo urbano que aporta valor cultural y turístico siempre y cuando se integre al espacio público y refuerce la identidad local. Grandes ferias y paseos artesanales son famosos en el mundo y su sola mención identifica a la Ciudad que los alberga. Por ejemplo: el Rastro en Madrid, Portobello Road en el barrio londinense de Notting Hill o  la Feria de Tristán Narvaja en la vecina Montevideo. En nuestra Ciudad en cambio, la venta callejera tuvo una historia ligada a la indiferencia y en algunos casos a la corruptela policial y/o municipal. Salvo algunas ferias artesanales y paseos tradicionales, el resto de la venta callejera no aporta al acervo cultural de la ciudad sino que lo desdibuja entre ofertas de cd truchos, polares, bufandas y juguetes de dudosa procedencia.
Cuando la venta callejera de alimentos, artesanías y artículos de manufactura casera se confunde con la venta clandestina de artículos industrializados que provienen del contrabando y se nutre de la ilegalidad, de la falsificación de marcas y de la explotación de trabajadores en talleres clandestinos, el problema se convierte en un galimatías difícil de abordar.

La ocupación ilegal de la calle Florida, por ejemplo, es una clara muestra de esa confusión. Nadie puede desconocer que entre los manteros de Florida no quedan artesanos. Los tradicionales vendedores artesanales han sido reemplazados por "empresarios de las mantas" que con una logística modesta controlan entre seis y diez mantas y con un apoyo mayor llegan a controlar una cuadra completa de vendedores dispuestos en dos líneas sobre toda la extensión de la peatonal. Mirar para otro lado parece ser la respuesta del Gobierno de la Ciudad. Durante el año 2002, en plena crisis económica, cuando tuve la oportunidad y la responsabilidad de gestionar políticas públicas en el gobierno porteño, trazamos un programa para la protección del espacio público.

Pudimos en ese entonces dar una solución integral sobre la calle Florida, los frentes de la terminal ferroviaria de Retiro, el Parque Rivadavia y otros espacios públicos porteños que habían sido totalmente ocupados. Aún cuando la situación social era tan dura y la venta ambulante se convertía en la única herramienta de subsistencia para muchos, pudimos implementar un programa para recuperar el espacio público y a su vez dar salida laboral a las familias que subsistían vendiendo lo que podían comercializar.
Se crearon paseos artesanales y puntos de encuentro para la comercialización de alimentos, trueque de mercadería u objetos en desuso. Los espacios públicos fueron liberados y la situación social fue contenida gracias a un programa integral que contó con el apoyo de los vecinos y de distintas organizaciones sociales como la Asociación de Amigos de la Calle Florida.

Si eso fue posible entonces, no hay explicación posible sobre la degradación del paseo peatonal y turístico más importante de la Ciudad ni justificación ante la falta de decisión política para hacerse cargo de un problema que se agrava día a día. En marzo del 2011 la venta clandestina aumentó un 24,8% respecto a marzo del año anterior.

Hace falta un programa integral de recuperación del espacio público y una política diferenciada para promover la venta de subsistencia con valor agregado en paseos y ferias y para combatir la venta clandestina que no solo degrada los espacios comunes y las calles sino que impacta negativamente sobre el desarrollo productivo de nuestra Ciudad.
 
Silvana Giudici

Candidata a Jefa de Gobierno por la Unión Cívica Radical

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